Centroamérica: 4 formas de mejorar la transferencia de remesas para luego avanzar hacia la productividad

Las remesas poseen una gran importancia en los países de Centroamérica: representan más del 20% del PIB en El Salvador y Honduras y cerca del 13% del PIB en Guatemala y Nicaragua (datos de los bancos centrales e institutos de estadística de los países para 2019). De esta manera, gracias a familiares que decidieron migrar para encontrar nuevas oportunidades, entre el 10% y el 20% de los hogares -dependiendo del país- reciben remesas, y por lo tanto sufren menor pobreza. Esto último, gracias a que los beneficiarios las destinan en más del 80% a la compra de productos básicos, alrededor del 10% a educación de los menores de la familia, y el resto a construcción y reparación de la vivienda o al pago de alquiler.

Por ello, y ante la caída ya registrada en abril y mayo de 2020 de entre 10% y 40% (datos de los Bancos Centrales de El Salvador, Honduras y Guatemala) en relación al año anterior en los países de la región, hoy en día es aún más necesario generar las condiciones para aproximarnos al Objetivo de Desarrollo Sostenible 10, que busca que el costo de transacción del envío de remesas de los migrantes sea menor al 3% para el 2030.

El costo de transacción en el envío de remesas se compone de dos elementos: la comisión por el envío y el tipo de cambio al que se cambia la remesa en moneda extranjera a moneda local. En los países de la región, la comisión por el envío de una remesa de 200 dólares es en promedio del 3,8% de la transacción,  según datos de Remittance Prices Worldwide, en un mercado donde suele ser común comisiones alrededor del 7%. A esto además habría que agregar el margen del tipo de cambio que se cobra, y sobre el cual en algunos países no hay datos.

Reducir esta comisión y mejorar el tipo de cambio contribuiría a aumentar el monto que reciben los beneficiarios. Estas son las cuatro medidas que proponemos en un reciente estudio sobre la región.

  1. Más proveedores: Por medio de la reducción de barreras regulatorias, apoyar la competencia y complementar al mercado fomentando la participación de nuevas empresas de transferencias en línea de dinero transfronterizas. En ocasiones hay limitantes para que estas empresas realicen transferencias de bajo costo, como puede ser desde una cuenta bancaria concentradora local, a las cuentas bancarias de los beneficiarios locales.
  2. Acuerdos internacionales: Implementar un sistema de transferencias internacionales entre instituciones públicas, como lo hacen los bancos centrales de algunos países. Un ejemplo es el caso del sistema de pagos entre la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central de México llamado Directo a México.
  3. Mayor transparencia sobre los costos de envío que cobran las empresas, tanto para la comisión como para el margen del tipo de cambio. En concreto se podría poner a disposición del público una base de datos con dichos costos por país.
  4. Mejor educación financiera, bancarización e infraestructura tecnológica. Recientes análisis muestran que los inmigrantes podrían ahorrar si una mejor educación financiera les ayudara a tomar mejores decisiones en sus elecciones de envío de remesas.

Hasta ahora las remesas han generado importantes beneficios a la región y por tanto es importante tomar medidas para que, en este entorno adverso a ellas, los beneficiarios obtengan las mejores condiciones financieras posibles. De mantenerse un uso de las remesas similar al actual, los recursos adicionales de las ganancias en eficiencia en el mercado cambiario se trasladarían a cubrir necesidades básicas como alimentación y educación de los menores. Lo cual, es esencial para que un país logre un crecimiento y desarrollo más sostenibles.

No obstante, la reducción de remesas nos recuerda la importancia de seguir impulsando la productividad y desarrollo local. En el mediano plazo, sería deseable fomentar que, en lugar de migrar por necesidad, existieran oportunidades para que los jóvenes se quedaran a producir en el país. De este modo, las personas tendrían mejor calidad de vida, y la región podría aumentar su productividad local sin depender tanto de las remesas.  Por todo esto, debemos asegurarnos de que las remesas se utilicen de la manera más costo-eficiente posible para que contribuyan a ese desarrollo que deseamos ver en el futuro.

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